Brasil tuvo un auge durante la primera década del nuevo siglo. En el 2001, fue bautizado como uno de los cuatro países BRIC, junto con Rusia, India y China. El acrónimo fue acuñado por Jim O'Neill, jefe de inversiones de Goldman Sachs, y pareció marcar el cambio en el poder económico mundial de las naciones del G-7 hacia los nuevos países en crecimiento. Brasil, la octava economía más grande del mundo, parecía tener en una posición privilegiada para ganar fuerza. Los envidiables recursos naturales del país y su tardía entrada al escenario de exportación de petróleo parecían asegurar su posición como potencia económica emergente. En el 2010, la tasa de crecimiento del país fue de 7.5%, la más alta en 25 años.
Así también, los cambios sociales estaban empezando a surtir efecto. La transición del gigante sudamericano de la dictadura hacia la democracia creó una clase media ascendente, cuyo poder adquisitivo aumentó junto con su creciente estabilidad. Cuando las economías emergen, el mercado del arte le sigue. Nombrado el "país de moda" en el mundo del arte por Art Review en 2012, los comerciantes occidentales comenzaron un cortejo con los brasileños culturalmente afines mediante la apertura de galerías, atrayendo a artistas locales y participando en ferias de arte en Sao Paulo y Río de Janeiro. Surgió una nueva generación de coleccionistas, como el magnate de la minería Bernardo Paz, quien transformó una enorme franja de terreno en Minas Gerais en el Centro de Arte Contemporáneo Inhotim, una meca de arte donde se han realizado proyectos enormes y ambiciosos. El apetito no se limitaba a los coleccionistas: los museos de Brasil encabezaron regularmente la encuesta anual de asistencia del The Art Newspaper a medida que los brasileños visitaron las exposiciones más que cualquier otra nacionalidad.
Pero ahora la economía de Brasil ha caído en recesión. La tasa anual de inflación se elevó por encima del 10% en noviembre de 2015, un record en los últimos 12 años, lo que probablemente cause más austeridad. La calificación crediticia del país fue degradada significativamente en septiembre por parte de Standard & Poor’s, mientras que en el 2015 su moneda se redujo casi un 30% frente al dólar. Problemas estructurales sin resolver, impuestos complejos y regulaciones complicadas han obstaculizado el crecimiento del país, mientras que los escándalos de corrupción amenazan con derribarlo. El arresto en noviembre de 2015 de la estrella de la banca brasileña, André Esteves, director ejecutivo del Grupo BTG Pactual, como parte de la investigación de la empresa petrolera estatal Petrobras (también conocida como operación jato lava o de lavado de autos) vio caer al real en un 1.9% adicional frente al dólar, llegando a $3.77 reales.
En este escenario, ¿en dónde deja la reciente crisis económica a la esfera cultural? El romance con el mercado internacional del arte parece haberse enfriado: galerías occidentales, incluyendo White Cube, se han retirado de la región. Con la caída de divisas, los coleccionistas locales están experimentando menos liquidez mientras se reduce la renta disponible. Las instituciones ya están sintiendo los efectos de la contracción del financiamiento con muchos museos importantes cancelando o posponiendo exposiciones. En la primera parte de este siglo, el sector cultural brasileño mostró el potencial de ser verdaderamente importante. ¿Podrá el sector cultural mantener el momentum, a pesar de los problemas que enfrenta el país?